Sanidad “Low cost”

La Sanidad española es muy curiosa. Es de las mejores del mundo como así no paran de decir nuestros políticos y responsables de la salud. Yo formo parte y puedo decir que realmente no es ninguna tontería afirmarlo. Podría ser mejor, seguro que sí, pero si miramos nuestro entorno constataremos que en cuanto a salud disfrutamos bastante y, en cuanto a resultados que obtenemos los que nos dedicamos a curar, tampoco nos podemos avergonzar, pero …

Hay muchas cosas que decir y sobre todo en lo que representa el esfuerzo que hay que hacer para conseguir estos resultados a pesar de la precariedad laboral, la baja remuneración y la poca valoración que se hace de todo aquello que no es “oficial y público” para decirlo de alguna manera. Es decir, de todo lo que lleva la etiqueta de “privado”.

Hoy mismo leía un artículo en que se denuncia que España mantiene una normativa que incumple la normativa europea en referencia a los contratos temporales y, en este artículo, se habla claramente del envejecimiento de nuestros sanitarios y de las suplencias que se necesitan y que dan lugar a un alto porcentaje de contratos temporales, más de un 25%, y que se mantienen más allá de lo permitido. Deberían gozar de contrato definitivo o si lo dejan, recibir las indemnizaciones como cualquier otro trabajador. Pero se les hace un nuevo contrato temporal y ya está.

El TJUE señala en su sentencia que los Estados deben disponer de mecanismos que controlen la temporalidad, justificando la causa por la que se realiza un contrato temporal, su duración máxima y el tope de renovaciones. Para que un empleo sea temporal, tiene que existir causa suficiente que lo justifique. Si no es así, el contrato no debería ser temporal, el empleado debería formar parte de la plantilla estructural y, en caso de ser despedido, debería ser indemnizado de igual forma que aquel que tiene un puesto fijo.

Esta es un prueba más de la salud de nuestro Plan Nacional de Salud. Pero no hace mucho se hablaba de la generosidad del Estado ofreciendo a sus funcionarios, militares y de otros colectivos “disfrutar de la medicina privada” y así pueden pasar a estar cubiertos por una póliza de MUFACE. Es decir, podrán disfrutar de la maravillosa medicina privada, criticada e ignorada cuando conviene. ¿Qué saca el Estado? Pues un gran ahorro. Les cuesta menos que si todos estos funcionarios públicos llenan unos servicios públicos más caros, insuficientes, mal gestionados, que cada vez presentan unas listas de espera más largas y que, a veces, no les importa privatizar gestiones o procedimientos a saber a cambio de qué. Juzgan y critican ellos mismos. La ganancia por la compañía aseguradora que concierta MUFACE, los centros concertados y los médicos que cobran por el acto médico os pueden decir la ganancia que sacan. No amortizan ni la inversión hecha. Suerte que se compensa en volumen y revisan las prestaciones. No es que se haga peor pero sí que la media de edad de los médicos que cubre esta mutua no es la misma y el tiempo que se dedica tampoco puede ser el mismo. Cualquier profesional que factura algo, incluso los servicios de limpieza, facturan más y no necesita ningún estudio ni ninguna inversión en despacho, libros, material de exploración, procedimientos terapéuticos, etc.

¡Ah! Y no te equivoques, pues saldrás en los periódicos y te pedirán una indemnización millonaria. Además, te dicen que nuestro trabajo es vocacional. ¡Pero si incluso la Iglesia necesita dinero!

Pues bien, llegamos al fondo de la cuestión. Ahora, las grandes compañías aseguradoras ofrecen a grandes colectivos como pueden ser grandes empresas, una póliza aún más barata que la que paga el Estado por MUFACE: casi un 25% más baratas. Creo que por poco más de 500 € anuales, tienes la salud cubierta. La sociedad cada vez tiene gente mayor y que hacen más uso de la sanidad y de tratamientos más costosos. ¿Cómo se explica que ofrezcan pólizas más baratas? ¿A cambio de qué? Pues de no autorizar prestaciones, pagar poco a los médicos, pagar miserias para pruebas diagnósticas, y todo ello hace que sea más difícil la renovación y actualización de los servicios dados. ¿Quién lo paga? Todos, pero especialmente, el enfermo.

Joan Torralba

Contenido elaborado por el equipo médico de Quirúrgica

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