Ya hace tiempo que tengo entre ceja y ceja el escribirte a ti, que eres un viejo compañero de viaje.
Hace muchos años que coincidimos en el ejercicio de mi profesión y por diversas circunstancias comenzamos a compartir horas de estudio, tiempos quirúrgicos, momentos de tristeza, momentos de esperanza y muchos momentos de angustia. Siempre te presentas acompañando a una mujer que no te quiere por pareja.
Es triste que siempre sea así y no recuerdo ni un solo caso en que ella se manifieste claramente satisfecha de compartir tu cuerpo y si acudían a mí era con la esperanza de que de la forma más rápida posible erradicara la causa de su infortunio.
Desde que nos conocimos han cambiado mucho las cosas, pero aún no lo suficiente. La mujer sigue maldiciendo el día que te asociaste a ella, le cambiaste la vida y lo que es peor, el no saber qué harás, como te comportarás y hasta cuando vas a compartir su vida. Todo ello conlleva una pérdida de ilusiones, un cambio en las relaciones con las personas más próximas, hijos, marido, hermanas, padres, amigas… A veces el cambio de actitud ha sido positivo pero en la gran mayoría de los casos no lo es.
Yo ya sé que no es culpa tuya ser así y que la problemática reside en que no te conocemos lo suficiente. Tendremos que seguir compartiendo muchas más horas de estudio hasta conseguir que tu nombre sea sinónimo de Esperanza.
En estos más de 30 años que dura nuestra amistad hemos modificado muchas cosas. Ya no hace falta ser tan agresivo contigo pues entonces, como primera actitud, decidíamos cortarle la mama a la mujer. Hoy en día esto no es así gracias a que nuestro encuentro se produce cuando aún eres pequeño y a que nos permites modificar ciertos aspectos de ti. También han aparecido nuevas medicinas que reducen e incluso curan tu agresividad.
Quiero confiar que pronto conseguiremos que seas un recuerdo agradable y dejes de ser motivo de tristeza para las mujeres, aunque egoístamente, compartir estos momentos con ellas me ha permitido descubrir personas fantásticas. La profesión de cirujano sigue siendo maravillosa.
Un abrazo
Joan Torralba.