Son candidatos a cirugía de la obesidad (también llamada Cirugía Bariátrica) los pacientes que tienen, lo que se considera médicamente, obesidad mórbida (índice de masa corporal – IMC- mayor de 40) u obesidad severa (IMC mayor de 35) siempre y cuando estos últimos presenten enfermedades asociadas, ocasionadas o agravadas por la obesidad, como la hipertensión arterial, diabetes, artrosis de rodillas y apnea del sueño, entre otras.
El objetivo de la cirugía es mejorar la salud a través de la pérdida controlada de peso. La obesidad es causa de múltiples enfermedades que se desarrollan a lo largo del tiempo en casi todos los pacientes, causando una peor calidad de vida y un acortamiento de la misma.
El tipo de cirugía a realizar dependerá de aspectos tan importantes como el grado de obesidad del paciente, la patología asociada si es que la tiene y sus hábitos dietéticos. Todo ello y buscando los objetivos de: 1. perder peso de manera significativa, 2.- no volver a ganar el peso pérdida y 3.- tener una buena calidad de vida, harán que su cirujano le recomiende una técnica u otra.
La cirugía laparoscópica es el modo/manera de realizar los procedimientos quirúrgicos de forma poca agresiva, a través de pequeñas incisiones, a fin de realizar la misma operación que antes se realizaba con procedimientos abiertos y con el beneficio de la cirugía con mínima invasión.
Esta cirugía no está exenta de riesgos, como cualquier intervención quirúrgica, aunque los riesgos se asocian en mayor medida a las condiciones de salud de los pacientes y la experiencia del equipo quirúrgico. Nuestra especial dedicación en este campo de la cirugía nos ha permitido estar en los standares de calidad de las mejores clínicas de Europa y Estados Unidos.
Sí. Aunque el procedimiento sea por laparoscopia es obligado el realizarlo con anestesia general.
La gran mayoría de nuestros pacientes no necesitan pasar a la Unidad de Cuidados Intensivos después de la cirugía. Cuando el paciente tiene una obesidad muy severa asociada a problemas graves de salud, en ocasiones es necesario trasladar al paciente a la UCI, usualmente durante las primeras 24 horas después de la operación.
Depende muchas veces del tipo de intervención realizada El paciente se hospitaliza el día de la operación y permanece en la clínica generalmente entre 2 y 4 días.
Generalmente pasados unos 7-10 días el paciente empieza ya a reincorporarse a sus actividades habituales. Sin embargo, la idea es que el paciente esté activo lo más pronto posible y que modifique sus hábitos sedentarios. Si el paciente desea vincularse a sus actividades normales antes puede hacerlo sin problemas.
La cantidad de peso perdido depende fundamentalmente de la técnica quirúrgica realizada y de la adhesión del paciente a los cambios que debe realizar en sus hábitos alimentarios.
La mayor parte de esta pérdida de peso se produce en los primeros 6-10 meses tras la cirugía continuando hasta los 12-18 meses. La pérdida final oscila entre un 50 y un 80% del exceso de peso.
No se trata de hacer una dieta, sino de aprender y adaptarse a unos hábitos dietéticos saludables, recomendables para cualquier persona, operada o no. Después de una cirugía bariátrica (de la obesidad), el paciente puede progresivamente realizar a una alimentación normal, sin excluir de manera definitiva ningún tipo de alimento. El cambio importante es el tamaño de las porciones que se consumen y las primeras semanas de la intervención, la textura de los alimentos. Con el fin de mantener los resultados de pérdida de peso por tiempo prolongado, es necesario evitar al máximo el consumo de azúcar.
La cirugía es el mejor tratamiento disponible hoy en día para el manejo de la obesidad severa y mórbida, sin embargo no es infalible. Puede presentarse un aumento de peso con el paso del tiempo cuando el paciente no sigue las recomendaciones respecto a su alimentación y sus hábitos de vida. Un consumo exagerado de dulces, helados, chocolate y licor puede producir nuevas ganancias de peso o frenar la pérdida de peso antes de lo esperado.
Si, la absorción de los medicamentos generalmente no se altera de manera importante tras la cirugía.
Lo que sí es frecuente es que, la medicación que ud. quizás tome por alguna enfermedad asociada a su obesidad, en corto plazo de tiempo deba ir disminuyendo la dosis o suspenderla por la mejoría o curación de las mismas al perder peso.
Es un poco impredecible aunque a mayor obesidad más frecuente es la necesidad de este tipo de cirugía. Cuanto más cuide el paciente su dieta y el ejercicio durante el periodo de pérdida de peso mejor resultado estético tendrá y por lo tanto menor necesidad de cirugía plástica.
En caso de necesitarse siempre se considerará su idoneidad una vez estabilizado el peso tras la pérdida de peso, es decir, no antes de 1-2 años de la cirugía bariátrica.
La diabetes tipo 2 es la más frecuente y se debe a que el organismo (el páncreas) no produce suficiente insulina o las células donde actúan son poco receptivas a ella.
La insulina es necesaria para trasportar el azúcar (la glucosa) a las células siendo éste el combustible esencial para el correcto funcionamiento de las mismas.
Cuando la glucosa se acumula en la sangre en vez de entrar en las células se produce en primera instancia el privar a éstas de energía. A medio-largo plazo puede desarrollar complicaciones serias como: enfermedad cardiaca (enfermedad cardiovascular), ceguera (retinopatía), lesiones nerviosas (neuropatía), daño renal (neuropatía) y complicaciones en los pies por daños nerviosos o problemas de mala circulación.
El tratamiento de la diabetes tipo 2 se basa en una buena planificación dietética a fin de controlar los niveles de glucosa en sangre, la pérdida de peso y la actividad física.
Si con ello no es suficiente se asocia la administración de fármacos existiendo dos tipos: los antidiabéticos orales y las inyecciones de insulina.
La respuesta es sí.
La cirugía de la obesidad ha demostrado desde hace años su eficacia para curar la diabetes tipo 2. Investigaciones posteriores han mostrado, independientemente de la mayor o menor pérdida de peso, que el hecho de que la comida no pase por el duodeno produce un importante descenso de la glucosa en sangre, reduce la hiperinsulinemia y mejora la respuesta a la insulina y los niveles de hemoglobina glicada A1c.
Esto ha hecho que ya haya sido admitido por muchos cirujanos y endocrinólogos y por la comunidad científica la cirugía metabólica con arma terapéutica en la diabetes tipo 2. Su indicación es clara en pacientes con IMC mayor de 35, aconsejable por encima de 30 y controvertido en IMC menores de 30.
El paciente diabético tipo 2 que además presenta una obesidad mórbida (IMC superior a 40) o una obesidad severa (IMC superior a 35) son claros candidatos a cirugía salvo que exista alguna contraindicación.
Si presenta un IMC menor a 35 y reúnen determinados criterios: edad entre 18 y 65 años, existencia de reserva pancreática, no tener anticuerpos anti-células beta y presentar mal control metabólico de su diabetes, puede ser candidato a cirugía de su diabetes.
El tipo de cirugía a realizar dependerá de un aspecto tan importante como si su diabetes tipo 2 va asociada a obesidad o no.
Estamos capacitados para realizar cualquier cirugía por laparoscopia, aunque nuestra tendencia es practicar técnicas de bypass por considerarlas más eficaces. Otras técnicas también pueden dar buenos resultados, sobretodo cuando el paciente no es muy obeso, pero requiere mayor compromiso por parte del paciente en cambiar sus hábitos dietéticos y de ejercicio.
La cirugía laparoscópica es el modo/manera de realizar los procedimientos quirúrgicos de forma poca agresiva, a través de pequeñas incisiones, a fin de realizar la misma operación que antes se realizaba con procedimientos abiertos y con el beneficio de la cirugía con mínima invasión.
Esta cirugía no está exenta de riesgos, como cualquier intervención quirúrgica, aunque los riesgos se asocian en mayor medida a las condiciones de salud de los pacientes y la experiencia del equipo quirúrgico. Nuestra especial dedicación en este campo de la cirugía nos ha permitido estar en los standares de calidad de las mejores clínicas de Europa y Estados Unidos.
La gran mayoría de los pacientes operados experimentan pocas o ninguna complicación y rápidamente retornan a sus actividades habituales. Asumir los riesgos de la cirugía debe compensar los riesgos de padecer complicaciones vasculares, cardiacas, renales u oftalmológicas derivados de la diabetes.
Sí. Aunque el procedimiento sea por laparoscopia es obligado el realizarlo con anestesia general.
La gran mayoría de nuestros pacientes no necesitan pasar a la Unidad de Cuidados Intensivos después de la cirugía. Cuando el paciente tiene asociada una obesidad muy severa asociada a problemas graves de salud, en ocasiones es necesario trasladar al paciente a la UCI, usualmente durante las primeras 24 horas después de la operación.
Depende muchas veces del tipo de intervención realizada El paciente se hospitaliza el día de la operación y permanece en la clínica generalmente entre 2 y 4 días.
Generalmente pasados unos 7-10 días el paciente empieza ya a reincorporarse a sus actividades habituales. Sin embargo, la idea es que el paciente esté activo lo más pronto posible y que modifique sus hábitos sedentarios. Si el paciente desea vincularse a sus actividades normales antes puede hacerlo sin problemas.
En los primeros 3 meses se va a producir un descenso muy importante de las cifras de glucemia en sangre. Si sólo toma antidiabéticos orales lo más posible es que lo pueda dejar en las primeras semanas tras la cirugía y que su glucemia este normalizada en el primer mes y su hemoglobina glicada en los primeros 3 meses. Si además se trata con insulina la progresión es más lenta consiguiéndose generalmente dejarla en los primeros 6 meses.
El adecuado control de su glucemia va a conseguir disminuir la posibilidad de complicaciones vasculares, cardiacas, renales u oftalmológicas y con ello una mejor calidad de vida y mayor supervivencia.
Si con la cirugía se consigue también perder peso podemos también mejorar o curar otras comorbilidades asociadas al sobrepeso/obesidad: dislipemia, hipertensión arterial, apnea del sueño, dolores articulares, etc.