¿Nos preocupan las cicatrices de una intervención quirúrgica?

Lo primero que preocupa a la mayoría de los mortales ante la necesidad de pasar por un quirófano es la eficacia del tratamiento para resolver el dolor, el tumor o la anomalía que precisa del tratamiento agresivo de la cirugía.

Tras la aceptación de que no hay otra opción aparece la segunda preocupación: la anestesia. El hecho de que desconecten a uno del mundanal ruido ni que te aseveren que hoy en día las anestesias son muy seguras, incluso fantásticas, a todos nos merece un cierto o gran respeto y preguntamos si no se podría hacer con una anestesia parcial (que no sé qué es peor, pues esto de que te pinchen en la espalda, por poner un ejemplo de anestesia regional, tiene muy poca gracia).

Pero bueno, una vez aclarados y aceptados los puntos anteriores, salta la tercera preocupación y que es la que motiva este escrito. ¿No me lo pueden hacer sin cicatriz? ¿No se puede utilizar el “laser” como sinónimo de intervención realizada con nuevas tecnologías o a través de una mínima incisión?

A nadie le gusta lucir cicatrices y los cirujanos, por lo general, intentamos disimularlas lo máximo posible y cada vez son más las intervenciones que se pueden practicar mediante la que denominamos “cirugía mínimamente invasiva”, pero no siempre pueden esconderse ni todo el mundo cicatriza igual. Hay personas a las que las han suturado con puntos externos que normalmente dejan algo de marca y el trabajo es encontrar el sitio de la cicatriz mientras que también se da lo contrario, intentas suturar con todos los mimos como si fueses un cirujano estético y el paciente te sorprende con una cicatriz fea, grande y que, además, causa muchas molestias.

Hay algunos cuidados que pueden ayudar a minimizar el impacto quirúrgico y que, resumiendo, son: tener la piel en las mejores condiciones, agredirla durante la intervención lo menos posible, utilizar suturas que no favorezcan una gran fibrosis la cual siempre existe debido a que el cuerpo tiene esta forma de defenderse cuando le insertamos un cuerpo extraño como es una sutura, que los bordes de la incisión no queden a tensión, que estén bien vascularizados y, en definitiva, dañarla lo menos posible.

En ocasiones los cirujanos usamos puntos intradérmicos, eso quiere decir que no se ven desde el exterior y que en muchas ocasiones son de materiales que se reabsorben, por lo que no hace falta su retirada. En otros casos se utiliza hilo de nylon o similar y posteriormente se retira tirando de los extremos.

Como se puede observar, la técnica de la sutura es muy importante pero también lo es el cómo cicatriza la persona y los cuidados previos, aunque también van a influir los cuidados posteriores.

Sin lugar a dudas, es importante no exponer la sutura al sol, pues éste induce la producción de melanina que pigmenta la piel. “Nos ponemos morenos”, hacemos cara de salud pero las heridas se ponen rojas por la quemadura solar. Una cicatriz reciente ha perdido su capacidad de pigmentarse y por ello se halla desprotegida y enrojece. Debemos mantenerlas cubiertas y si ello no es posible, usar protectores solares totales. También debemos utilizar productos naturales que facilitan la buena cicatrización como es el aceite de rosa de mosqueta que podemos encontrar en las farmacias bajo diversas presentaciones y también pueden favorecer a una buena sutura los parches reductores de cicatriz que hoy en día están tan de moda.

Deseo que si les deben hacer una cicatriz por alguna razón que impide que ésta se pueda evitar, que tengan suerte. Una mala cicatriz es muy molesta e inestética.

Joan Torralba

Contenido elaborado por el equipo médico de Quirúrgica

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