“En los últimos cuatro o cinco años, en países como Estados Unidos, Canadá, Australia y también ahora en España hemos visto nacer empresas tecnológicas especializadas en la mejora de la prestación de servicios médicos. Para algunas consultas médicas ya no es raro la introducción de mejoras en sus procesos mediante la informatización de todo el día a día. Son consultas innovadoras que ponen sus clientes-pacientes como eje central del negocio médico y se apoyan en nuevas tecnologías y sistemas de gestión avanzados para mejorar día a día la experiencia-atención del paciente. Pero en muchos lugares aún se sigue trabajando como hace 25 años. Ha habido muy poca innovación”.
Me perdonaréis que haya comenzado este escrito con una adaptación de un texto aparecido en La Vanguardia de este pasado domingo. La autora es Eva Bruch, socia de la consultora Morethlaw y que ha recogido el para mí siempre sensato Jordi Goula.
En otro párrafo recoge que “es el paciente quien suele dar el primer paso cambiando su manera de concertar los servicios médicos, ya sea porque tiene más información o porque ha adquirido conciencia del valor añadido y esto hace que correlacione el precio con el servicio que recibe de los profesionales médicos” (Javier Berrocal).
Hubiera podido escribir la referencia de este artículo pero su adaptación a la situación actual de muchas consultas y maneras de trabajar de algunos equipos médicos me ha parecido más adecuado.
Los médicos de la medicina privada que en su mayoría trabajan con conciertos con compañías aseguradoras se consideran mal pagados teniendo en cuenta la inversión que deben hacer en el despacho, el tiempo que conlleva cualquier procedimiento diagnóstico o terapéutico y, sobre todo, no se valora la calificación de quien lo da. Todos son pagados de la misma manera y por el mismo importe y, por todo ello, no se considera justo. Yo también lo creo. Es por eso que he recogido una sugerencia de Jordi Goula y que corresponde a Inés Millet que propone “separar aquellos servicios recurrentes y de bajo valor añadido de los complejos, con alto valor y donde la clave está en la confianza del paciente. En el primer caso se trata de cambiar volumen por menor precio y mayor eficiencia. En los casos complejos y que requieren más especialización y conocimiento se da o debería darse la ecuación de
“Confianza + Calidad + Eficiencia = Éxito”
Si se aplica esta ecuación surge la duda de si se deben constituir servicios diferentes o englobar en un mismo servicio que ellos reconocen como marca.”
Una consulta debe ser proactiva y adelantarse muchas veces el paciente y, por ello, la tecnología es fundamental. Ofrece herramientas que ayudan a tomar decisiones a nivel empresarial.
Ahora que ya he hecho mi adecuación intentando no distorsionar mucho el escrito original que va dirigido a los despachos de los abogados, pido perdón por la fusilada de su contenido y aconsejo leer el original.
“Nacen las empresas de servicios jurídicos” Jordi Goula La Vanguardia día 11 de septiembre 2016 pág. 13 del fascículo “Dinero”.
Joan Torralba