Un tanque contra las adversidades

He publicado este artículo en una columna de La Vanguardia  y quiero compartirlo también con vosotros:

Consulta el documento original de La Vanguardia

Corría el 2001 cuando en urgencias visité a una paciente de 51 años que tenía una oclusión intestinal. Antes de operarla de urgencia, no sabíamos con certeza la causa de la oclusión. Hablamos y recuerdo perfectamente lo que me dijo:

-Sobre todo, no quiero que me engañe.

Tenía un cáncer de colon con metástasis. Pudimos extirparlo. El pronóstico en estos casos es muy malo. Y tal como me pidió, así se lo dije. Pero si el primer día me sorprendió, lo que me dijo entonces fue todavía más inolvidable:

-Doctor, yo ahora no me puedo morir.

Me contó que tenía dos hijos, se acababa de divorciar y un negocio en marcha. Morirse era un lujo que no se podía permitir. Y su fuerza de voluntad me pareció admirable.

Siguió tratamiento con quimioterapia, pero en  2003, detectamos un segundo cáncer de colon. Volvimos a operar y dos años más tarde, tuvimos que hacer una resección parcial de pulmón por una metástasis pulmonar.

Parecía increíble, pero ella nunca perdió su determinación. No quería morirse. Todavía le quedaban muchas cosas por hacer. En 2006 llegó lo que parecía el golpe definitivo: una nueva metástasis en el hígado. Cualquier persona se hubiera derrumbado. Lo extirpamos otra vez, repetimos el proceso y, cinco años después, el oncólogo le dio el alta.

Hoy en día, está bien.

Por mi experiencia sé que si se tiene una actitud positiva hay mayores posibilidades de recuperación. Recuerdo que cuando empecé a estudiar medicina dudaba entre la psicología-psiquiatría o la cirugía y me decidí por esta última. Pero tengo claro que no opero un tumor, un colon o una vesícula, opero a una persona  que tiene un cuerpo y una mente, con su carácter y emociones. Si bien querer recuperarse no es sinónimo de hacerlo, si no se lucha por ello, seguro que no se consigue. El equipo que forman el paciente y el médico lucha por conseguir un objetivo, ambos deben colaborar y la confianza mutua es primordial.

Por eso, cada vez que veo a Nuria, mi paciente, le pregunto:

-¿Cómo está mi tanque?

Le llamó así por su resistencia y capacidad de lucha. Todavía le quedan muchas cosas por hacer, y su mejor arma es el optimismo.

Dr. José Mª Raventós

Contenido elaborado por el equipo médico de Quirúrgica

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